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Ha muerto

 una parte de mí. Ha cambiado de piel. Su antigua funda yace desnuda en el suelo de quien soy, de donde me guardo. Este espacio en el que venía a escribir estaba cerrado, creo que aquí es donde tengo que guardarla a ella. Alguien más de dentro debe morir, o cambiar de piel o quitarse la careta. No te escondas. Estoy aquí, aún no alcanzo a verme la verdadera cara. Aquella que mudó de piel se esconde de la luz del sol, por blanca y cruda. Esperamos poder clausurar pronto este episodio de estreñimiento narrativo. Hasta entonces, vuestra y tuya y tuya y tuya, Mar.

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De cuando madrugaba lo indecible para ir a la biblioteca Eugenio Trías y me compraba folios Oxford como si tuviera dinero para esos menesteres

15/09/20

No sé ni cuándo lo escribí ni por qué ni pa quién, pero siempre relevante. Ah, me acordé.

Casi voy ¿sabes?

Música andina, matices que se me emborronan y la colonización anglosajona de mi adolescencia

Variosgate, la pulsión de muerte, un yin-yang descoyuntado.

Equilibrismo torpón pero voluntarioso