Oficio de ofidio imposible si en impasible y singular soledad

Esto es lo que hago.
La mudanza que acometo se viene haciendo de hace tiempo.
Intentaba sola, convencida de una fuerza que aumentaría conforme se usara, reconstruirme en chimenea. Pero no tengo.
No lamento, sin embargo, ni los minutos ni los años. Me suman a la práctica, gano competencia. Me expongo mejor, me leo menos y me escucho más. Camino lejos.

Ahora busco fuego y no tizones.
En vez de manos, busco pies.
En vez de ritmo al son del que bailar, me busco instrumentos en los miembros. Suenan, la vibración de mis células, ansía, viva, hacer música estridente.
Espero en algún momento estremecerme melódica, pero no tengo prisa. Busco saber poder estremecerme, siempre; y si hay que renunciar al equilibrio por ello, bien. No es equilibrio si está tan entumecido que es un caminar en un bordillo a centímetros del suelo. Es baile. Es pulso.

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