Poema de calidad indiscutiblemente mala para expresar algo que se percibe como desapasionado pero que a mí me va la vida en ello.

No quiero nunca tu corazón entero.
Te pido, de rodillas, que no me lo ofrezcas
y menos, pidas a cambio.
Que no, no lo quiero.
No quiero nunca que me des, amor, tu corazón entero
quiero, solo, un trozo pequeño:
la parte en la que juntos cabemos y hacemos una vida,
a pasos cortos y serenos.
No quiero, corazón, nunca tener tu corazón entero,
y menos que sientas que el mío, egoísta u orgullosa, me lo guardo dentro.

Tuyo es el trozo en el que nos veo abrazando mares, nombrando desiertos,
creciendo selvas, creciendo junglas, desanclando el cielo del firmamento.
Tuyo es el trozo en el que me veo, y lo tienes en tu manos,
que a veces no ves, de ansia ciego.
Tuyo, tuyo es el trozo que tienes entre los dedos.

Y el resto es mío, de mi sangre, que bombeo,
y dárselo no se lo doy a nadie, y no lo pidas.

Y si no es suficiente...

Y si ves que te lo doy, es porque ya no me siento,
te lo daría de no necesitarlo,
te lo daría por estar ya mustia y hueca por dentro.
En tanto tenga vida, mi corazón, mío lo quiero.
En tanto a tu lado viva, tu corazón, tuyo, en tu pecho.
Y mío solo el cacho que lleva mi cacho de corazón dentro.
Y así tu pecho latiendo y el mío latiendo,
y cada uno a su avío, pero siempre juntos,
a pasos cortos y serenos,
creciendo selvas, creciendo junglas, desanclando del firmamento el cielo,

Y si no es suficiente...

Y sin concluir nunca,
que no, que no quiero.

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