No se si deseo o si no deseo, pero inevitablemente quiero.

¿Por qué todo tiene que teñirse de deseo? Ese conflicto soterrado... me aburre, me sesga, me incapacita.
Deja de fluir, pero necesito desarrollar, un poco, al menos.

¿Por qué todo tiene que teñirse de deseo?
La simpatía, la cercanía, la conexión... las confundo. Y yo ya no soy yo. Y yo empiezo a ser un objeto para admirar. Lo físico, lo emocional, lo mental, lo raro, lo inmundo, lo maravilloso. Una vasija de barro descascarillada en un museo lejos de su tierra, una pintura en el salón de un terrateniente, o una estatua de la calle. Desparramada de mí, nunca sujeta. Y yo; yo objeto.

Por qué del deseo como servicio. Por qué de la libido estropeada, torcida. Mi deseo me lo quitó un niño sin amor. Mi deseo me lo quitaron. Mi deseo le pertenece a algo, alguien que no existe, por eso cuando comienza a ser real se desvanece.

Será...

Porque en un momento fue lo que me dio valor.

Porque ahora mi valor lo llevo en las entrañas, aunque lo pierda a ratos.

Será...

Pero no merece la pena dejarse soterrar por la pena, y esas mierdas, cuando las personas alrededor tienen tanto y tanto merece la pena.

05/10/2018

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