We run the run, child.

No se pueden ustedes imaginar la vergüenza, el orgullo, de ser yo.
Hablábamos de locuras, y es que creo que la revolución se hace sintiendo, se hace bailando, sangrando pero nunca por balas.
La vida ya es lo suficientemente dura sin armas, déjenlas en casa. La vida ya pesa bastante sin armadura.
Y si hay que morir, que me maten.
Soy feliz de haber sido infeliz, soy feliz de querer tanto a tantos tantas veces, y todas las que queden, que querré más. He venido a dar.
Y a recibir.
Para dar más.
Quedan vergüenzas que oculto, hasta que depure. Se nublan los oídos, de un ruido brumoso, espeso, oscuro.
Hacía mucho que no me sonrojaba cuando me decían una verdad.
Qué divertido sentir de nuevo. Me siento infecciosamente sana, me siento irrespetuosamente libre, me siento nueva, tan vieja que me siento. Distinta siendo siempre igual.
Orgullosa, orgullosa, orgullosa de seguir siendo yo, sin precisar ser de otros, precisando de los demás sus ojos, para verme, reverme, remirarme y acicalarme nunca los rotos, limarme las heridas, que no corten las abrupteces, que no resbalen las llanuras. Liarme hendiduras, fumar las fiestas de guardar.
Qué subidón, sentir de nuevo tanta energía. Incapaz de almacenarla, aunque si pudiera igual se pudriría.
Mañana tengo un cuento que acabar, una defensa que preparar, otro día más o menos que no sé si lo hago bien, porque no sé si hay meta.

There's no race, there's only a runner, just keep one foot in front of the other.

(Yo debería llevar avisos por delante y por detrás, no me dejes hacerte daño, no me dejes dejarte atrás).

Comentarios

Entradas populares