Cosas buenas y/o desvaríos.

Lo bueno de que las entradas de mi blog sean tan largas es que estoy convencida de que no las lee casi nadie que entre, con o sin curiosidad. No preguntemos por qué, pero es un alivio. Y, ¿qué lleva entonces a hacerlo público? Ventanitas que se abren, aunque chirrían un poco los postigos.
Otro ciclo, eso parece. No va con la regla, de nada, y se deja influir por el ambiente, pero no determina. No determina salir de fiesta y quedarse callada: conocidos-desconocidos o los abismos más grandes que enfrento en mi cotidianidad aburrida de vida normal y mediocre.
Tampoco quiero mucho más, tampoco pido mucho más a los demás. Aunque a veces parezca haber destellos es todo plano y sencillo, como un recién nacido vestido de colores pastel cuando hasta los dos meses el único que diferencia es el rojo. El mundo está recubierto con papel pintado de animales de peluche y chupetes, de barbies y action mans desvaídos, y kens con masculinidades nunca nuevas, tan sólo algunos destellos saturados, lo demás casi no lo veo.
Y si ese fuera el mayor problema, sería tan fácil. Autocrítica y mirar hacia dentro: sí; crítica y mirar hacia fuera: sí. Y mirar dentro de lo que está fuera es peligroso por si caes, por si descubres que lo externo hace tanto sentido que puede parecer reversible. Cuánta gente buena con los malos, cuánta gente mala con los buenos. Y, ¿qué es malo, qué es bueno, qué es mejor?, si hace tiempo que asumí que tan solo se puede hablar de diferencia.
¿Pero cómo entender el mundo, y cómo entender el sufrimiento y la necesidad sin la pena? Un sufrimiento que no es ese sufrimiento, una necesidad que va más allá de la necesidad tal y como se entiende culturalmente, aunque cada quién lo interprete a su manera. Los conflictos con el ser (self)  y ser (as in being), lo de fuera y lo que no termina de salir. Cómo señalar lo latente cuando solo vibra bajo tierra. Locos, todos locos aquellos que acercan la oreja al suelo (dirt), más cuando, como yo, son necios sordos repletos de palabras mudas. Pero no hay mayor problema, porque el ciclo ha cambiado.
Mis refuerzos negativos mantienen la conducta que aumenta el daño a largo plazo, pero el ciclo ha cambiado y hoy llegué a casa caminando, sonriendo por la calle. Es rara la gente que sonríe sola. Hace unas semanas vi a una chica que reprimía la suya, cruzando un paso de peatones inocuo, sin saber que mis ojos pervertidos acechaban y preguntaban ¿qué te avergüenza de mostrar al mundo que eres momentáneamente feliz?, ¿qué balance sacas de acortarlo? A la vez, un hombre, probablemente en delirio, le hablaba a una multitud imaginaria de una guerra que no vivió pero y si os contara. Me quise quedar a escuchar pero paseaba en círculos, y su discurso se alejaba. Nadie se inmutaba, como solos en el universo, si acaso se encogían si les pasaba cerca, sin compartir la incomodidad, el desconcierto o la burla. Como si ninguno de todos los ojos de la pequeña placita tuvieran la capacidad de ver más allá de las propias narices. Lo triste es que probablemente sea verdad. Yo me quise quedar pero tuve que irme, aunque quisiera escuchar. Como siempre, todo, aunque luego no guarde casi nada en la memoria, queda el frío, o el calor, o la brisa o la flama de la conversación, monólogo, experiencia. Inalcanzable porque no tiene etiqueta, pero lo juro por dios que está ahí.
Gracias a dios.
Pero no es a dios, ni es al destino, ni siquiera a las circunstancias, pero son graciosas.

Enga, hasta luego que tengo la olla ida.
(Me he puesto a buscar el origen de "irse la olla" esperando que fuera de una salerosa mujerdesucasa de hace unos buenos cuantos años a la que se le hubiera quemado el puchero, pero por lo visto no. es de un cocinero de Luis XV. Copio lo encontrado por si a alguien le interesa.  Conocimiento es poder, aunque sea, en términos estrictos de utilidad, inútil:

"El origen de esta expresión nos lleva a la Francia de mediados del siglo XVIII, concretamente al año 1739, cuando Luisa Isabel de Francia, hija de Luis XV, preparó su fiesta de despedida de la corte francesa para dirigirse a España para vivir con su esposo, el infante Felipe, hijo de Felipe V. El cocinero elegido para la ocasión fue Jean-Luc Sagnol, que había forjado su fama en Marsella en los años anteriores. Cuentan que Sagnol prometió a Luis XV la mejor sopa de ostra y bogavante que un monarca francés hubiera probado hasta entonces. El día de la ceremonia se había extendido la voz sobre el plato que estaba preparando Sagnol y la expectación era altísima. Llegado el momento del primer plato, Sagnol anunció la sopa con un discurso grandilocuente, donde exaltaba todas las virtudes de una receta en la que había trabajado catorce años. Después se produjo un hecho que nunca nadie ha sabido explicar. Cuando Sagnol volvió a la cocina para poner la sopa en los platos, la olla donde se hallaba había desaparecido. Parece que se trató de algún tipo de complot de los pinches, a los que Sagnol había tratado con especial dureza en aquellos días, pero lo cierto es que nunca se pudo demostrar y que la olla jamás apareció, ni siquiera vacía. Con su carrera completamente arruinada por este hecho, Sagnol entró en un estado de enajenación mental, salió al salón y acercándose al rey le dijo riendo: “Majestad, se me ha ido la olla“. Luis XV, sintiéndose engañado y burlado por la risa del cocinero, montó en cólera y lo mandó arrestar. Mientras los guardias se lo llevaban fuera del palacio Sagnol no dejaba de gritar de manera histérica “se me ha ido la olla, se me ha ido la olla“. La historia se propagó rápidamente por Francia y desde entonces la expresión “irse la olla” se asocia a personas que han enloquecido o que hacen cosas sin sentido."


Aquí dejo el link, que la búsqueda tampoco ha sido exhaustiva. También explica "Sudar la polla", fantástico el ser humano y su conceptualización de las cosas.



El título del enlace es mío, casi 💡®



¿Pero de verdad, alguien lee esto?





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