hablando de dioses...

Se me hacen los dedos adictos a buscar el latigazo que me recorra. Empieza en el pecho y sube, veloz, cada vez más inteligible. Qué busco no lo sé, pero es cierto que tampoco lo encuentro. Y yo continúo haciendo de las mías, contigo, usando de excusa un minúsculo estímulo que desencadene la autocompasión, la pena de no ser yo cuando quise, cuando pude. Y no pude, aunque quisiera. El por qué lo sé. Lo que no entiendo es por qué sigo aquí, buscando el nudo dónde lo apreté de más, enredando con manos inhábiles, tratando de desenlazarlo, y aún sólo consigo destrozar la cuerda: se romperá y me quedaré boba, mirando ambas manos, sujetando los cabos. Llegué a creer que la otra punta la sostenía otra persona. Ya no lo sabré. Ya sólo me queda zurcir las hebras y hacer de la línea sinuosa y a trozos, de nuevo una entera.
No me olvido, ni dejo de buscar, a sabiendas de que el mundo es un océano enorme lleno de peces de colores. Y me pregunto si alguno será tan oscuro como el precipicio de tus ojos, y no quiero arco iris, me resisto. ¿Cómo es que asomas? Será porque le silbo al reflejo que construí.
Tonta por saberlo y aún no enterarme, que soy yo la gilipollas que hace y deshace los males, y que todavía no puedo dejar de hacerlo. Que soy yo la que no me doy una segunda oportunidad porque no dejo de pedírsela al vacío, a la nada, esperando que no se me conceda. Otra autoprofecía cumplida que cuelgo en mi lista de fracasos. Nunca hice otra. Los triunfos no sé dónde los tengo, pero sé que por algún lado tiene que haber alguno. Que el amor que pretendo dar parece estar destinado sólo a quien lo rechace.

Los vecinos discuten a voz en grito, como cada día. Creo que son un matrimonio, aunque a ella se la ve bastantes años más vieja. Gritan, gritan, con la voz cansada de la vejez y el falsete de las cuerdas desgastadas. Cualquier cosa vale para desatar la batalla. Creo que hablan de un salero. Me libre la vida, la lleve el dios que sea, de acabar gritándole a una pared, de gritarle a otros porque no tengo cojones de decirme la verdad a mí misma. Me libre el dios que sea.

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