Ish.

¿Qué es lo que hay dentro, que lo tuerce todo?

El desconcierto, las ganas, ¿ganar?.
si no he perdido, nunca he llegado a perder,
todo sigue, también la vida.

Bailo bajo el sol, como si me lloviesen encima sus caricias,
me explicaron los fenómenos metereológicos en la escuela,
pero cuando hay nubes lloro como si se fuesen a quedar para siempre.

Pero está todo bien, yo estoy bien.
Caigo y me recupero, aun las rodillas empiezan a resentirse,
de doblarse e impulsarse, de clavarse y no sangrar.

Hay callos, de esperar de rodillas,
carcomida por la impaciencia, pero aguanto estoica
una posición que siento que me es pedida, pero que sólo yo exijo.

Y también a los demás, como si sólo se pudiera amar de esta forma,
porque es lo único que pido, dejar salir todo lo que se acumula en el pecho,
que bombee el corazón para que no haya coágulos.

Pero ¿qué es lo que hay dentro que lo tuerce todo?

Las prohibiciones parecen bromas cuando se cierra la cúpula de la jaula,
y me contoneo bajando la calle, mirando mis piernas largas en los cristales,
y no las había visto hasta ahora, y las llevo mirando toda la vida.

Y me he dado la vuelta a tomar una decisión que había tildado de capricho,
y se ha girado a mirarme, dubitativo, ha seguido su camino.
Me miran los hombres por la calle, y es una novedad.

O no lo fue, pero nunca reconocí tus ojos en los suyos,
y eso, ahora, aún me pesa.

La piel débil y el núcleo se ha hecho roca. Ya no sé. Soy yo, yo todo el rato.

(Destrozar la literatura pulsando enter, que se ha puesto de moda).

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