Crop II.

Y cómo una experiencia que en teoría maravillosa se tornó polvorienta por una ausencia, gris ceniza manchada por la envidia de aquellos momentos que la salpicaron de vez en cuando. Al final, lloró. Vaya una tontería. Y sin embargo se creía tan crecida y grande, una niña mayor. Fumaba y bebía, volvía tarde a casa y nunca sola. Mentía mucho y lo peor de todo es que a veces se creía sus mentiras. Dependiendo de la persona su vida era una u otra. Había quien conocía casi todas las versiones, pero qué pocos y qué lejanos todos. Unos en el tiempo y otros en el vacío. Oiga usted, que no le conozco de nada, ¿quiere mirar por estas ventanas durante un rato? Admire los paisajes y las incongruencias, señale con su dedo las diferencias, las ve, ¿verdad?.

Se arremangó la camiseta y miró en la herida de su costado. La había ido curando más o menos bien, más o menos a menudo. La infección había, por fin, remitido, y la carne parecía más brillante. La volvió a tapar, ceremoniosa. Ya casi no dolía y eso estaba bien, mejor que bien. Le dijeron que se iba a quedar un hueco raro allí, que no se preocupara, que se acostumbraría. Sí claro, ella acababa siempre por acostumbrarse. En fin, no se podía quejar, podría haber sido peor: hay gente que no se recupera.

Comenzó a desarchivarche y rearchivarse, lo hacía a menudo, pero esta vez había ido más allá de la costumbre. Había encontrado nuevos ficheros, muy enterrados en el olvido. Ahora se encontraban guardados por fechas, en portafolios, En otros dos, dibujos terminados y por terminar. En otro cartas, la mayoría insulsas, sólo la mayoría. Hubo una que leyó entre carcajadas que parecieron sollozos, con lágrimas corriendo por su cara. Qué oportuno, ni la recordaba.

Las piezas comienzan a moverse, se dijo, lo noto. Hay un engranaje oxidado que se ha desperezado y comienza a despertar, se mueve despacio, otras dos han bostezado y comienzan a despertar, de pronto hay seis rueditas moviéndose. Y siguen. Parad, parad. Las cosas a su tiempo, una vuelta de gimnasia mental y luego a dormir de nuevo, no quiero problemas que luego chirriáis. La vuelta estaba concluyendo, y cada vez había menos bruma y menos polvo en su cabeza. Era algo bueno, bueno de silencio, de bienestar que se acopla a los huesos poco a poco, no estallaba, fluía líquido con su sangre, despertando sus nervios y sus músculos, calor necesario para Noviembre. Solía hibernar, pero en ese momento se sintió despierta y alerta. Quien sabía, algo se criaba dentro, pero tampoco era la primera vez que pasaba. La excitación bajó un poco en sus ruedecillas mentales, la gimnasia acababa, se iban a dormir.

Bien, bien, eso está bien.

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