A crow.

Una vez más intento demasiado sin intentarlo. No puedo evitar que mi cabeza vuele lejos, tan rápido. Por más que lo intento no puedo mantenerme quieta, esperando a que muevas. ¿O esperas a que yo me desquicie y deje de esperar, y mueva mis diminutos y tímidos peones en dirección a una guerra sin causas, ni fines, ni motivos, ni motines.

En realidad la batalla está en mi cabeza, arpones que se han vuelto locos, con sangre en las ganas de acribillarme hasta dejarme fría, desnuda, sola y seca. Infértil e inútil frente a mi reflejo, que se burla de mis manos mientras dejo que se escapen todas las oportunidades, las que veo y las que no quiero ver. La derecha, diestra, ahuyenta todo lo que merece un esfuerzo; mientras, la izquierda pega manotazos en vacíos que relleno de cosas imposibles.

Como tú. Qué eres tú, de dónde has venido, y ¿te quieres quedar? No sabía si hacerte un hueco o no, así que dejé la puerta entreabierta, ¿ves la luz?, pasa si quieres. Todavía no muerdo, ni lo haré si no quieres, ¿de verdad que no quieres? Respiraré flojito para que no lo escuches pero déjame que lo haga cerca de ese lunar.

Escucharé atenta y sin preguntar, con los ojos bien abiertos para fotografiar las palabras en tus labios y que no se me olviden. Pero me tienes que ayudar, sólo un poquito, prometo no ser carga. Haré un nido con las ramas de mis manos en la raíz de tu pelo: las hundo y enredo por si se suelta un pensamiento y lo puedo leer, practicando braille con los ojos abiertos y claros, por eso no entiendo nada. Y si los cierro corro el peligro de perderme; me balanceo al borde y quiero meterme al agua, nunca se me dio bien entrar poquito a poco, zambullida  - ¿pero quieres tú?

Ya estoy queriendo demasiado otra vez, pretendiendo demasiado otra vez.

La puerta, entreabierta, ¿la ves?, ¿ves la rendija de luz?, empuja un poco, lo haré yo si quieres, ¿pero quieres?¿Qué quieres?, me quedo cerca ¿o lejos?, ¿me quedo?. Me quiero quedar, pero no me eches o no volveré por más que quiera. Tengo el orgullo tan herido y la dignidad tan despechada que me robarán tus llaves y se las tragarán sin pedirme perdón. Ya no sé cuando hacerles caso, han perdido la brújula entre tanto abordaje, tanto jarro de agua fría.



[...]



¿Avanzo un poco más? Intento ser paciente pero la ansiedad se me encarama en la garganta, pega saltitos, me clava los talones y me inquiere acción.


Vale,                                   

                                                actuaré.



Pero cómo, si me quedo petrificada cuando miro en esos pozos oscuros de medusa, cuando alzas tu vista a la mía fuegos artificiales, y esquirlas y flamas por metralla -tanto, tanto- estallan alrededor de mi cerebro, se clavan, no lo dejan funcionar. Como dos agujeros negros, me llevan, me caigo; y caigo y floto en una inmensa oscuridad que es esta duda que me llora para que mame, y me rompa esta impaciencia que suda de puro desconcierto, que mira aterrada de lado a lado sus opciones, como en un partido de tenis, y no se decide.


[...]


Te siento en cada paso, mi pulgar te toca en mis bolsillos, te huelo en cada esquina, te escucho a cada compás. Espero que estés dormida o muy ocupada y no pienses en mí, que yo no me cuele por tu nuca como haces tú conmigo.

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